miércoles, 10 de octubre de 2012

TEATRO ESTABLE DE VILLA DE CURA - LA POESÍA HECHA IMAGEN



Por: Angélica Llovera

        El Teatro Estable de Villa de Cura es un espacio  donde se llega para pasear en el tiempo, en ocasiones al pasado, al encuentro de caminos recorridos; ahí  uno se detiene y es posible modificar los sucesos para  no llevar karmas en el equipaje hacia el nuevo trayecto.
    A veces nos aventuramos hacia el futuro, a inventar maravillas o tragedias,  en un ejercicio estético que  rejuvenece y baja el colesterol y los triglicéridos; ¡que vertiginoso viaje hacia la plenitud!
    Como sea, siempre volvemos allá, sin falta, a esa magia de colores y naftalina, parabanes, telones, vestuarios, el altar y las ofrendas, los afiches, las máscaras y los títeres, siempre actuando en sus repisas de madera envejecida.
     Entonces uno siente que ha vivido y es imposible no sentirse agradecido de haber cruzado aquella puertica de la calle Leopoldo Tosta, entre Bolívar y Miranda en el año 1983. Ahí aprendíamos algunas cosas,  desplazamiento, voz y dicción,  actuación, análisis del texto, diseño de vestuario, escenografía, iluminación, sonido…
    Pero estuvimos sobre todo, aprendiendo a vivir, porque en este teatro en particular, en este espacio puramente humano, el que llega cultiva hasta donde quiera, o hasta donde pueda. Algunos siguen de largo porque su mirada solo alcanza hasta el cortinaje o el maniquí de la entrada. Otros traspasan el telón, pero sus expectativas son cortas, para qué tanto leer, tanto pensar.
    Otros nos atrevimos hasta la tabla de los aliños para el Pesto, machacando y machacando albahaca y ajo según las melodías de Beni Moré o Edith Piaf; Jazz para poner la escenografía y Cha Cha Cha para celebrar el Día Mundial de los Sueños. En ese contexto sucede el hechizo donde algunos tuvimos el privilegio de entender la clave del éxito: Ir más allá, siempre, más allá.
    Por eso el Teatro Estable de Villa de Cura tiene hijos regados por todo el país y también por el mundo, trascendiendo, multiplicando la escuela de la poesía hecha imagen.
    Toda esta riqueza inmaterial, sin pausa ni pago de prestaciones,  se la debemos al Maestro Orlando Ascanio, quien llegó un día con su maleta llena de sueños a este Valle de Cura y nos trajo todo este sortilegio que durante treinta años ha dignificado el Arte Escénico.
    Orlan ofreció sus saberes sin egoísmo, sus experiencias, anécdotas, y todos hurgamos en ellas hasta encontrar los trajes a nuestra medida, maquillaje, máscaras, utilería, lo que necesitábamos para ser libres, desde ese entonces hasta el día de hoy, porque esa libertad de conciencia una vez alcanzada, no se pierde jamás.

    Gracias Orlando, por tu constancia y la pertinencia, por haberme dado, a través de la escuela del teatro,  a mis mejores amigos. Te amo infinitamente.
¡Viva el Teatro Estable de Villa de Cura!

Angélica Llovera                                       31/05/2011   

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