lunes, 3 de diciembre de 2012

´´DOS ES UNO´´ TEATRO DE CAMARA DE MARACAY




DRAMATURGIA Y DIRECCIÓN
MARIOZZI CARMONA MACHADO.
Es un breve momento para mostrar la intemperie humana desde ella misma y no sólo desde el entorno. Un niño nace, pasará por la niñez-o ´´su ‘niñez hasta convertirse en hombre. Claro, no es un recorrido sencillo y sin temores en la vida de un ser como cualquier otro en el que se admite tener un hijo y luego alejarse sin sentir ningún vínculo, o la desesperanza que crea para unos la búsqueda de un empleo o del tenerlo todo pero no darle importancia a nada. La presencia de la madre cómo único ente de valía al principio y al final de todo recorren nuestros predios a través de unas breves líneas…
Actúan:
JUAN CARLOS PÉREZ e ISRAEL PÉREZ

Este sábado 8 de Diciembre a las 5 de la tarde en la Sala “Enrico Terrentin” sede del Teatro Estable de Villa de Cura.

ENTRADA LIBRE Y GRATUITA. 
TE ESPERAMOS. CORRE LA VOZ.
AUSPICIAN: Ministerio del Poder Popular para la Cultura, IAEM, Gabinete de la Cultura de Aragua.

Sitio web de la imagen: http://www.lapatilla.com/site/2012/07/02/xi-muestra-internacional-de-teatro-y-titeres-comienza-este-lunes-en-caracas/

martes, 27 de noviembre de 2012

TERCERA MUESTRA DE VALORACIÓN TEATRAL



La Compañía Nacional de Teatro presenta la Tercera Muestra de Valoración Teatral

• El proyecto de rescate de la memoria teatral regresa en el mes de diciembre en homenaje al Teatro Estable de Villa de Cura (edo. Aragua)

(Prensa CNT, 27/11/2012) Con el objetivo de rescatar, preservar y dar a conocer la labor que llevan a cabo los creadores de teatro del país y al mismo tiempo rendir homenaje al valor de la memoria en la consolidación de un auténtico acervo cultural, e indagando en las fuentes de las agrupaciones que desde todas las regiones del país labran paso a paso la historia del teatro venezolano, el Centro Nacional de Teatro ente adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Cultura presenta la  III Muestra Valoración del Patrimonio Teatral Venezolano, en homenaje al Teatro Estable de Villa de Cura
El acto, que contará con la entrega de un material documental de la agrupación debidamente restaurado, un cuadernillo donde se narra la historia del grupo y la muestra del montaje en repertorio “Los Peces Iracundos” bajo la dirección de Orlando Ascanio, se llevará a cabo el sábado 01 de diciembre a las 11:00 a.m. en la sede del Teatro Estable de Villa de Cura.
 La tercera edición de la muestra está dedicada al Teatro Estable de Villa de Cura (estado Aragua), reconocida agrupación de amplia trayectoria que se ha dedicado, a lo largo de sus tres décadas de trabajo, a la investigación actoral y a la formación de niños y jóvenes de la comunidad. Pese a las dificultades que han tenido que enfrentar y superar, el Teatro Estable de Villa de Cura se ha mantenido en el tiempo, construyendo una estética propia, en la que se enlazan los recuerdos, la memoria, los anhelos.
 Con este proyecto la Compañía Nacional de Teatro reafirma su compromiso de ir más allá de la producción de montajes teatrales, para contribuir con la creación de espacios de difusión y educación alternativa, accesibles a todos los ciudadanos.
En el mes de octubre del año 2010 se realizó la primera edición de la muestra, correspondiente a la agrupación Teatro Quijotillo de Cumaná, estado Sucre; el año pasado, en el Día Nacional del Teatro, se llevó a cabo la segunda muestra, en homenaje al Teatro Negro de Barlovento. En esta ocasión la cita es en la Sala Enrico Terrentin, en Villa de Cura estado Aragua. . La entrada es libre. (Fin/ Mariana Calderón)

Contactos de Prensa:
Lic. Mariana Calderón
0426-5125506
prensacnt@gmail.com

DIRECCIÓN DE LA SEDE DEL TEATRO ESTABLE DE VILLA DE CURA:

Sala de Teatro "ENRICO TERRENTÍN"
Calle "Pérez Bonalde" Nº 5 Sector Guayabal, Los Coloraditos,a media cuadra de la Avenida
Paradisi, Villa de Cura, estado Aragua
















COMENTARIOS A ESTA ENTRADA:


Por: Anónimo
3 de diciembre de 2012 17:06
No hay fotos de todos los actores de Los Peces.


Respuesta:
4 de diciembre de 2012 09:01
Tiene razón. Pero la persona que se encarga de administrar el blog no tiene internet en su casa y entra al cyber por ratitos "robados". El descargar las fotos lleva mucho tiempo y no alcanzó a subir todas las que le envió el Maestro Orlando Ascanio. Sin embargo, en el transcurso de los días tratará de montar las que faltan. Gracias por leernos y por su observación.

ResponderSuprimir

martes, 20 de noviembre de 2012

" A PETICIÒN DEL PÚBLICO" LLEGA A SU FUNCIÒN 1500

                           


                             Este sábado 24 de noviembre se cierra la temporada de la obra A Petición del Público  en sus  1500 funciones a las 5:00 p.m. en el Teatro Estable de Villa de Cura.  


DIRECCIÓN: Sala de Teatro "ENRICO TERRENTÍN"
Calle "Pérez Bonalde" Nº 5 Sector Guayabal, Los Coloraditos,a media cuadra de la Avenida
Paradisi, Villa de Cura, estado Aragua

                           
ENTRADA LIBRE Y GRATUITA
CORRE LA VOZ

sábado, 3 de noviembre de 2012

HOY COMIENZA EL TALLER DE DIRECCIÓN TEATRAL


  

            Hoy, sábado 3 de noviembre, dará inicio el  Taller de Dirección Teatral que dictará el Maestro Orlando Ascanio en el Teatro Estable de Villa de Cura. El mismo comprende cuatro sesiones de clases teòrico pràcticas y se extenderà durante todo el moes de noviembre en el horario de los sàbados de 10:00 a.m. a 12:00 m.  
            El costo es sumamente solidario y no hay límite de edad. Aùn tienen  oportunidad de participar, por ello les invitamos a llamar a los teléfonos 0426-645.02.55 / 0416-773.08.58 para información adicional.

DIRECCIÓN: Sala de Teatro "ENRICO TERRENTÍN"
Calle "Pérez Bonalde" Nº 5 Sector Guayabal, Los Coloraditos,a media cuadra de la Avenida
Paradisi, Villa de Cura, estado Aragua 

Sitio web de la imagen: http://luiscolfra.blogspot.com/2008_03_01_archive.html


A PETICIÓN DEL PÚBLICO


              
                         En la sala  del Teatro Estable de Villa de Cura hace pocas semanas fu{e puesta en escena la obra A PETICIÓN DEL PÚBLICO de la autoría y direcciòn del Maestro Orlando Ascanio.
         La obra se estrenó el 09 de marzo de 1997 en la celebraciòn de los 15 años del Teatro Estable de Villa de Cura

          Luìs Enrique Torres es el ùnico actor que sigue al frente de su personaje FAUSTO.desde el dia del estreno
        El último sàbado de noviembre la obra llegarà a la Funcion Nùmero 1.500

          El otro actor que actua como Teodoro, y con el cual hace su debut profesional es Thomas Enrique Romero

SINOPSIS DE LA OBRA:
         Fausto y Teodoro: dos actores apuestan al éxito y al fracaso en una última cita en aquel viejo y pequeño teatro.
        Juegan con el recuerdo. Recogen los pasos dados por esa vida teatral. Textos aprendidos, dichos en la soledad,  para hurgar en la memoria de la familia, del país.
       Fotografías, Postales, afiches, Programas de mano, maquillaje mohoso por el tiempo, vestuario raido por los fantasmas de sus muertos.
       Ellos en gerundio, viajando hacia la memoria de aquel viejo teatro  ya olvidado.
       Ellos paseándose por el laberinto en el sordo combate de los persistentes.
       Afinándose, Desgastándose en el estallido de la poesía a  pesar de la derrota
.      Fausto y Teodoro: Dos actores frente al abandono del público, en una sempiterna carrera que se enarbola cargada de memoria.







martes, 23 de octubre de 2012

TALLER DE DIRECCIÓN TEATRAL



  Los días sábado 3, 10, 17 y 24 de Noviembre les invitamos a participar en el Taller de Dirección Teatral que dictará el Maestro Orlando Ascanio en el Teatro Estable de Villa de Cura.

DIRECCIÓN: Sala de Teatro "ENRICO TERRENTÍN"
Calle "Pérez Bonalde" Nº 5 Sector Guayabal, Los Coloraditos,a media cuadra de la Avenida
Paradisi, Villa de Cura, estado Aragua 
Para información adicional: 0426-645.02.55 / 0416-773.08.58

viernes, 19 de octubre de 2012

TEATRO ESTABLE DE VILLA DE CURA FUNDADORES




Fundadores:

ORLANDO ASCANIO
HUMBERTO BUZNEGO
CARLOS SANCHEZ
RADHAMES GUZMAN
OSWALDO GONZALEZ
LUISA GONZALEZ.
EMILIO BELISARIO
OSCAR MARQUEZ
GUSTAVO MARTINEZ
ANA CASTRO.
ANGELICA LLOVERA
ELIAS ALVAREZ (+)
TRINA LINERO DE ALBERT (+)
ALY PEREZ (+)
ADOLFO TOSTA.(+)
ORLANDO GUEVARA (+)
JOSE RUBEN MOTA.(+)
BELKIS PETIT
ALFONZO LA BASTIDAS
HERIBERTO PETIT

Miembros:

LUIS ENRIQUE TORRES
DOUGLAS REGALADO
JHON ELIAS.
MANUEL ARISTIZABAL
ELVIA BORGES.
JUAN DE JESUS LEGON ACUÑA
KRISTEL GUIRADO.
RON LUIS PARAGUAN
JOSEFINA CARRIZALES.
JACKELINE GONZALEZ
DENIS SERRANO
OLINTO BENEDETTI.
CESAR SARMIENTO.
MARIA ALEJANDRA PEREZ PREUSKER
JOSE ANGEL MELENDEZ
ENGLHYS FLORES.
JUAN LUIS DELGADO SANCHEZ
SOL BARRIOS
ANATOLY BARRIOS.
ENVER PEREZ
ANDRES MONTEVIDEO
NERIO BAEZ 
JUAN CARLOS CHINEA.
DAVID AGUIAR MAIZO.


Elenco Estable.

ENGLHYS FLORES.
LUIS ENRIQUE TORRES
JUAN LUIS DELGADO SANCHEZ
RUBEN DARIO MACHE DURAN
LUIS ALFREDO COLMENARES
MARCOS RODRIGUEZ. 
MARIA ARRAIZ
JUAN MEZA
BILKYS OJEDA
LUISA MILLAN
MARIA JOSE LADERA.
IRENE DORTA



Colaboradores y amigos

ROGER BARRETO.
MARCOS LEAL.
VIANNEY RODRIGUEZ
ALEJANDRO CRESCENTE
JOSE SANCHEZ AREVALO.
FELIX CAPOTE
HERNAN COLMENARES.
MARIOZZI CARMONA
LANNYS CABRERA.
MILDRED GONZALEZ.
MIGUEL TORRENCE
INGRID CHICOTE
ARGENIS DIAZ
ORLANDO CONDE
ALBERTO HERNANDEZ 
NACARID RODRIGUEZ
ALBERTO ROYE
RUBEN DARIO GIL
EVER GARCES.
MARITZA MENDOZA.
IVETH SUMAYA PEREZ
ROSANA HERNANDEZ
JESUS EFREN CORDOVA
CARLOS EDUARDO SILVA
ALFREDO BARRIOS
MARTA SANTANA DE MARTINEZ
DILFA BONILLA
ALBA ZAMBRANO
MARIA ELENA BLANCO
SIMON PEREZ
MARIA CABALEIRO.
SAIDA TORRES DE TORRES.









Integrantes del Taller de Formación Actoral Permanente


TOMAS ROMERO
TERESA MELEAN
MERCEDES CASAS
ANTONIO CASAS
MANUEL CASAS
JOSE DI GIOIA
MARIA ANGELICA SEQUERA
MARVILIN GONZALEZ
JOSE MANUEL RODRIGUEZ
ELIECER COLMENARES.
JONATHAN ARTEAGA.
RUBEN MARTINEZ
JORLIANY TORRES

Sitio web de la imagen: http://luiscolfra.blogspot.com/





miércoles, 10 de octubre de 2012

TEATRO ESTABLE DE VILLA DE CURA - LA POESÍA HECHA IMAGEN



Por: Angélica Llovera

        El Teatro Estable de Villa de Cura es un espacio  donde se llega para pasear en el tiempo, en ocasiones al pasado, al encuentro de caminos recorridos; ahí  uno se detiene y es posible modificar los sucesos para  no llevar karmas en el equipaje hacia el nuevo trayecto.
    A veces nos aventuramos hacia el futuro, a inventar maravillas o tragedias,  en un ejercicio estético que  rejuvenece y baja el colesterol y los triglicéridos; ¡que vertiginoso viaje hacia la plenitud!
    Como sea, siempre volvemos allá, sin falta, a esa magia de colores y naftalina, parabanes, telones, vestuarios, el altar y las ofrendas, los afiches, las máscaras y los títeres, siempre actuando en sus repisas de madera envejecida.
     Entonces uno siente que ha vivido y es imposible no sentirse agradecido de haber cruzado aquella puertica de la calle Leopoldo Tosta, entre Bolívar y Miranda en el año 1983. Ahí aprendíamos algunas cosas,  desplazamiento, voz y dicción,  actuación, análisis del texto, diseño de vestuario, escenografía, iluminación, sonido…
    Pero estuvimos sobre todo, aprendiendo a vivir, porque en este teatro en particular, en este espacio puramente humano, el que llega cultiva hasta donde quiera, o hasta donde pueda. Algunos siguen de largo porque su mirada solo alcanza hasta el cortinaje o el maniquí de la entrada. Otros traspasan el telón, pero sus expectativas son cortas, para qué tanto leer, tanto pensar.
    Otros nos atrevimos hasta la tabla de los aliños para el Pesto, machacando y machacando albahaca y ajo según las melodías de Beni Moré o Edith Piaf; Jazz para poner la escenografía y Cha Cha Cha para celebrar el Día Mundial de los Sueños. En ese contexto sucede el hechizo donde algunos tuvimos el privilegio de entender la clave del éxito: Ir más allá, siempre, más allá.
    Por eso el Teatro Estable de Villa de Cura tiene hijos regados por todo el país y también por el mundo, trascendiendo, multiplicando la escuela de la poesía hecha imagen.
    Toda esta riqueza inmaterial, sin pausa ni pago de prestaciones,  se la debemos al Maestro Orlando Ascanio, quien llegó un día con su maleta llena de sueños a este Valle de Cura y nos trajo todo este sortilegio que durante treinta años ha dignificado el Arte Escénico.
    Orlan ofreció sus saberes sin egoísmo, sus experiencias, anécdotas, y todos hurgamos en ellas hasta encontrar los trajes a nuestra medida, maquillaje, máscaras, utilería, lo que necesitábamos para ser libres, desde ese entonces hasta el día de hoy, porque esa libertad de conciencia una vez alcanzada, no se pierde jamás.

    Gracias Orlando, por tu constancia y la pertinencia, por haberme dado, a través de la escuela del teatro,  a mis mejores amigos. Te amo infinitamente.
¡Viva el Teatro Estable de Villa de Cura!

Angélica Llovera                                       31/05/2011   

domingo, 16 de septiembre de 2012

JUAN MARTINS HABLA DE LOS PECES IRACUNDOS




Por: Juan Martins 
TeatroMundial.com, Venezuela

                    Esta pieza homónima ha sido, al ver su temporada en «La Casa del Artista», un encuentro con el buen gusto teatral. Me refiero que desde una modesta postura del espectáculo se alcanza a estructurar un espacio escénico que nos deleita ante nuestro compromiso como espectadores. Orlando Ascanio, en la dirección general y en la versión del texto, compone desde sus lugares comunes una modalidad del lenguaje teatral el cual va construyendo desde el discurso las características de la puesta en escena. Esto quiere decir que el espectador representa, junto con el actor, lo que tenemos como obra, en tanto a la relación de texto y actor. Éste, a un tiempo, codifica las formas presente de la palabra —del texto dramático— en una expresión a veces ininteligible pero segura de su sentido y, por consecuencia, de lo que comunica. Entonces es cuando los actores —quienes representan voces verbales antes que parlamento— «dicen» al público lo que van edificando sobre el escenario. Es curioso que cuando el texto se nos exhibe de forma convencional es porque se nos va «escribiendo» en la obra, definiendo su representación desde el actor para el espectador. El único precepto será la necesidad orgánica que tenga sus actores. A partir de aquí, Ascanio elabora un cuidado casi artesanal de ese uso del actor sobre el escenario. De esta manera los actores se representan por medio de los vestuarios —si se quiere algo circenses—, pero alienados en un estilo, otorgándole su plasticidad sobre los colores y el uso de la expresión corporal como límite del juego verbal, la atmósfera, la gracia, el sonido gutural y finalmente el canto improvisado como expresión del ritmo que le impone este modelo de representar y es, además, en el que cree firmemente Ascanio y sus actores. Hecho completamente legitimo a la hora de usar lugares comunes.

                Los actores mantienen su responsabilidad ante el espacio escénico con modestia, al componer esa línea de la representación en el que el juego y la gracia, insistimos, se impone por encima del discurso del texto, aun de sus aspectos paradigmáticos como lo son la concepción del arte, de la vida y del país, lo cual le confiere a la obra la irreverencia que constituye toda postura teatral contemporánea.

               Los cinco actores signaban, cada uno desde su discurso verbal, una visión del arte y la política ante la noción de lo representado y de lo que nos quiere decir su director: pocos recursos para disponer de una ambición conceptual y completa: el teatro total como unidad de significación. Me explico, los actores no representaban a personajes definidos. Todo lo contrario, eran pequeñas identidades que se unificaban mediante aquél texto.

             Así que, por ejemplo, Luis Enrique Torres nos mostró un dominio corporal que iba unificando su relación con el resto de los actores. Los colores de sus vestuarios (como mínima unidad de significación) verde, naranja, grises representaban estados de ánimo los cuales exigían dominio «orgánico» sobre el escenario, donde la constante es el ritmo en el movimiento del actor y en el sonido gutural que producen al hablar. Como puede entenderse, todos esos niveles emocionales requieren una disposición orgánica cuya plasticidad lleve al actor de la emoción a una forma clara e inteligible para el espectador. Un teatro orgánico porque es el cuerpo quien identifica el lenguaje. Y eso se requirió de los actores, una energía muy especial que se pudo notar en la disposición de equipo, permitiendo que lo gracioso —como estructura de comedia— dominara la escena. El resto de los actores lleva muy bien estos signos y los (des)codifica en el conjunto de la actuación, puesto que Orlando Ascanio no teme al usar lugares comunes ni repetir recursos estéticos anteriores. ¿Qué poco nos puede importar a los espectadores cuando lo que tenemos ante nosotros es la satisfacción de ver un buen espectáculo? Nada. Ascanio nos presenta un buen espectáculo y eso es lo que importa. Quizá por esta razón el desarrollo actoral se organiza en su totalidad y no en su especificidad. Las particularidades actorales se dan en relación con aquélla unidad.

                 Si bien tenemos que destacar actor por actor, lo haríamos sólo en función de la totalidad de la representación. Difícilmente acentuamos alguna especificidad, pero si sus variantes y matices porque cada actor conduce, en su movimiento, el discurso de lo escenificado, fragmentando la presencia del actor en una suerte de momento escénico. Y los signos que usan para ello son precisos: el maquillaje, el vestuario y el gesto nos conducen a un único sentido: el juglar. Se nos representan personajes codificados por el género del circo como mecanismo de risa y gracia en esta, ahora definida, comedia. Sin lugar a dudas, una comedia.

               Unas veces más otras menos, los actores perfilan su gracia en la anécdota del relato teatral (a pesar de que aquí no se nos presenta una historia convencional). Lo que habría que evaluar es algunos desniveles actorales que no hicieron mayor mella en la puesta en escena hasta donde pudimos notarlo. Debemos recalcar en ello la actuación del joven Juan Luis Delgado quien mostró una estilística aplicada por el resto. Y esto es mérito del director. Lo hemos dicho: el ritmo en la gracia y la figura circense como búsqueda, en la comedia, de una reflexión del espectador. Lo Lúdico como relación de comunicación con el público. Los actores, mediante el vestuario, se representan en un acto cultural de cualquier pueblo, haciendo que la audiencia participe. Sobre esa línea nos mantienen los actores. En ocasiones reiteradamente, pero es parte inevitable de esa retórica del juego y la dispersión del habla.

             Hay que enfatizar en esta experiencia como un acto de valentía que se hace desde «la provincia de la provincia» como dice el propio Orlando Ascanio. Bien sabe éste, nuestro amigo, que no todo se queda aquí y debe continuar en la maduración del espectáculo. Sé que me exigirán —con mucha razón— el análisis de actor por actor, pero el poco espacio aquí no me permite extender el discurso, puesto que deseaba destacar, por ahora, los aspectos generales del espacio escénico o la puesta en escena. 

           Ante tanto efecto mediático y publicitario, tenemos con nosotros una lección de humildad y concepción estética. Una sentencia: el Teatro Estable de Villa de Cura tiene mucho que decirnos y mucho del que aprender a pesar de nuestra arrogancia.

Sitio web de la imagen: http://fundapuliti.blogspot.com/2009_02_01_archive.html

martes, 4 de septiembre de 2012

JUEGOS Y RECUERDOS



José Ángel Meléndez

 

José Meléndez en plena actuación.  Al fondo Luis Enrique Torres

                    La magia impregna el espacio, es como un juego de sugestiones que definitivamente invita a revisar detalle a detalle el escenario, donde se descubren los elementos bajo un halo de luz, que prepara la atmósfera de sueños y pasados. Fácilmente podemos descifrar la escena poética, Ascaniana que nos tiene acostumbrado a ver el Teatro Estable de Villa de Cura.
                   En estos 29 años de existencia han sido muchas las anécdotas y experiencias que nos han tocado vivir desde nuestra fundación el 9 de marzo de 1982.
                   Todos, sin lugar a dudas, los que hemos crecidos bajo este techo, hemos marcado huellas en el existir; han sido esos espejos rotos y baúles empolvados quienes han cargado el testimonio vivo de cada creación; de cada aplauso; de  cada mutis; la escenografía como el vestuario se nos han desgastado en el cuerpo, conservando siempre la ética, la mística de que el público no se entere de los que está detrás de estos telones; la realidad está allí en medio de ese oscuro pasillo, donde los ecos se expanden y la crisis económica y social, de hacer teatro, de ser artista en Villa de Cura. Cobran y exigen un duro sacrificio; noches  insomnes,  desvelo; el cansancio agotador de los jóvenes actores que durante casi tres décadas, hemos permanecido allí, frente a un público que exige un buen espectáculo, creyendo en el arte, creyendo en el teatro.
  
               Sueños, que bajo la mirada de Gardel nos han acompañados con un olor a carne roída, que corren por una escalera de emergencia, espectros de divos, que como muchos de esos recuerdos, transitan como juegos en la soledad perenne, dados por ese  aliento de ese público que pide que se repita una próxima temporada, y que se pueda escuchar entre los asistentes el murmullo de un bravo, que insta a repetir la obra. Son ellos quienes han sido consecuentes durante estos años.

               Hablar del Teatro Estable es para mí hablar de mi vida, en él crecí y me hice hombre, artista, a Dios y a él, le debo lo poco o lo mucho que puedo ser, hacer, pensar, decir, actuar...en fin, es la gran escuela. En él me formé oyendo viejos boleros que recuerdan dictadura; en él aprendí a ocultar la tristeza corriendo por detrás de esos telones cerrados,…….. por medio de esas butacas vacías,….. en aquel desarreglado camerino……. En él crecí y me hice hombre, no dejando de ser niño.
           Como errantes pasajeros hemos caminado San Francisco, Magdaleno y la Villa, con nuestras melodías, ni ton ni son bajo la lluvia, y esa pálida magnolia que muchas veces nos han invadido en busca de una sede propia, en busca de una reivindicación humana, justa.
           Esta escena nos ha tocado representar quienes protagonizamos la verdadera obra, el verdadero texto que no se representa sino que se vive, como postales de sombra que nos invita a correr a los espejos, sabiendo que el tiempo es el gran enemigo, pero ese deseo de experimentar nuevas emociones nos ha llevado hasta esta fecha. Sin embargo, afuera hay un horrible vacío digo yo ahora.

           Los personajes necesitan de un espacio físico, reclaman a voces su atención. Sería muy triste que un día de estos tengamos que cerrar definitivamente el telón; Chejov, Oneill, Moliere, Strinberg, Shakespeare, quieren hablar, pero necesitan un espacio, un escenario propio.
           Nací en  Villa de Cura, un martes dos de diciembre de mil novecientos setenta y dos, aproximadamente como a la una  y media de la tarde en el hospital Dr. Rangel, día de santa Bibiana, según el calendario eclesiástico, y dicen que los nacidos los primeros días de este mes están bajo el signo de sagitario. Crecí rodeado en un ambiente artístico y religioso, mi primer regalo de niño Jesús, fue un cuatro, regalo que me obsequio mi abuela María Meléndez. Esa pasión por el arte  comienza en mi infancia. Estuve rodeado de músicos y poetas. El interés por la música despertaba  en mí, y gracias a Dios que conté con una madre que siempre me apoyó  en todo desde un principio. A los siete años charrasqueaba el cuatro guiado de la mano de mis primeros maestros: Mauricio Conoropo King, Revilla y Cheo Díaz, quienes en tertulias familiares  se dejaban acompañar por el niño aprendiz.
            A pesar de mi  inocencia me desarrollé en un mundo artístico, ya que mi familia hacía énfasis en formar al pequeño José Ángel, como un futuro músico. Mi niñez, fue normal, entre juguetes y caricias de mi madre y familiares, formado con buena educación y principios morales.
           La música no dejaba de ser mi vocación, a la vez crecía el sueño de pertenecer a los Niños Cantores de Villa de Cura, uno de los coros más importante del país  y del mundo. Hay una anécdota clave,  Los Niños Cantores, estaban cumpliendo 10 años de fundado y realizaron un concierto en la plaza Miranda frente a la iglesia, eso fue inolvidable, le dije a mi mamá, yo quiero estar allí ,en verdad era mi sueño  y dos  años más tarde fui seleccionado   para entrar a participar en el coro. Comenzaba una nueva etapa musical y por demás religiosa, ya que esta institución es dirigida por  un sacerdote, El Pbro. Salvador Rodrigo, a quien le agradezco mucho. Allí aprendió a conocer la música en un sentido más amplio, estudiando teoría y solfeo, canto, algo de violín y piano. Ser un niño cantor significa lo más grande para  un villacurano.
            En la Escuela de los Niños Cantores, permanecí hasta que me hice un adolescente. Aunque mi trabajo musical no fue específicamente en los Niños Cantores, ya que los pocos  ocho años  de edad comencé mi trabajo comunitario como líder,  organizando un grupo de parrandas, que le puse por nombre Caroní, pequeña agrupación que permaneció algunos años alegrando a los hogares en  las navidades. Años más tarde  con esos mismos muchachos de Aragüita fundamos un grupo de tambor.
         No descartaba la inquietud por las otras ramas del arte, desde pequeño sentí  la inquietud por la interpretación o representación de personajes, jugábamos  entre  primos y mi  hermana Betzy a personificar situaciones de la vida diaria, más que todo el ritual litúrgico, siempre realizaba el papel del sacerdote y todos los demás niños participantes, los feligreses que acudían a la misa.
            A los 14 años doy rienda suelta a la magia del teatro y la danza, mi madre se opuso rotundamente a la idea del teatro,  ya que su negativa era tan insistente decidí irme de la casa, para  vivir en el teatro. Regresé cual hijo prodigo cinco años  más tarde.
            Ya son casi 23 años de vida teatral, formándome con los mejores maestros de Venezuela.  Años de constancia y de lucha, de pena y éxitos, logrando premios y diversos reconocimientos por mi labor como actor y formador de nuevos talentos. Experiencia que por sentido nato vengo desempeñando. El teatro abrió las puertas al: fotógrafo, director, poeta, dramaturgo y pintor que estaba escondido, develando en el diafragma de mi perspectiva lo real de un mundo visual interno que se desarrolla continuamente.
               Es precisamente  el  “Teatro Estable de Villa de Cura”, que me da la oportunidad de incursionar en el mundo de las tablas, universo que hasta el presente estoy sumergido. Con  el Teatro Estable de Villa de Cura, han sido muchos los logros y éxitos, desde  el año de 1987. En él aprendí, me formé y me  capacité. Creo que ha sido la gran escuela de mi vida. La formación ha estado siempre de  mi mano  realizando talleres y cursos de mejoramiento profesional de: más de cuarenta talleres cursos y una montaña de experiencias y vivencias.            
              Formé parte del Teatro Nacional Juvenil de Venezuela, red de teatro que fundara el desaparecido Carlos Jiménez, director y fundador de la Compañía Rajatabla y que dirigiera Pilar Romero, allí me gané mi primer Premio Nacional, como mejor actor de Venezuela, gracias a aquel memorable personaje que hiciera  en una obra escrita y dirigida por el maestro Orlando Ascanio, “Divas”, Gracias al Teatro Estable.
Finalizaba la década de los ochenta, para el año de 1988, cuando forme parte del  cuerpo de baile de “Danzas Caribai”, agrupación donde compartí gran parte de mi juventud, viajes, y  muchas anécdotas inolvidables.
            No solamente  se dedicó a la danza nacionalista si no, también incursionó en la danza    contemporánea, realizando talleres con DANZAHOY, en el Teatro Teresa Carreño Caracas, en el Instituto Superior de Danza, Caracas, Acción Colectiva, Danza Contemporánea de Aragua, CEDANCO, tendiendo como maestros a: Adriana y Luz Urdaneta, Jacques Broquet, Luís Viana, Yulie Brasley, Julio Cesar Alfonso, Andrés Oropeza, entre otros.

          Pero es el teatro donde conozco  la  profundidad del arte, esta escuela me ha permitido descubrir la realidad de la vida, el hombre y su entorno. Es en el teatro donde logro afirmar mi vida profesional.
        En este transitar de pasos he tenido gran pasión por la enseñanza, desde muy pequeño lo  que he  hecho  es dar clases. He dictado más de 100  talleres a nivel regional, local y nacional. Una larga lista de instituciones, agrupaciones. Esta ha sido una de mis tareas, la formación de nuevos talentos, mi pasión está allí, dando clases.

         A lo largo  de estos 28 años de luchador social he visto el proceso humano desde diferentes ángulos porque he tenido la dicha de dirigir  algunos coros, grupos de teatro, de música, y danza. Fui director de Cultura del Municipio Zamora, Villa de Cura Estado Aragua por  siete meses en el año 99,  creo que hice el esfuerzo para levantar aquella casa de cultura “Rafael Bolívar Coronado”, Hacer un público con una programación continua, buenos espectáculos para todos los gustos y edades, una verdadera revolución cultural para la época, con una política de descentralización. Desgraciadamente el alcalde de turno, como muchos en la actualidad no han entendido que la cultura es prioridad para el desarrollo de un país. He escrito y compuesto algunos temas musicales, varias obras de teatro, algunos  poemas, ensayos y  soy colaborador  de la revista Expresión, El Aragüeño, La Antena, Hoy, Últimas Noticias  y otros diarios de circulación Nacional.
          Dentro de este contexto humano siempre  han estado el grupo de amigos,  ellos también forman parte del juego, todos artistas, intelectuales, quienes han aportado parte de sus conocimientos al perfeccionamiento de lo que hoy soy, no los puedo nombrar a todos, Adolfo Tosta, Angélica Llovera, Douglas Regalado, Oswaldo González, Nerio Báez,  Kristel Güirado, Aly Pérez, Elías Álvarez, Félix González, Jesús Córdova, Romano Matute, Cesar Sarmiento, Juan Carlos Chinea, Reinaldo Álvarez, Antonio Pérez, Chencho Adámes, Luis Enrique Torres, Orlando Ascanio, mi Gran Maestro y un largo etcétera, sin duda mi circulo de socialización está íntimamente ligado a las artes. 
            Tengo guardado en algún baúl de mi casa, viejas melancolías de esas que se agarran a las paredes, reconocimientos por parte del sector que dignamente represento, diplomas, condecoraciones. Aunque muchas veces he preferido pasar anónimo para  que otros se lleven los honores, dejando en la memoria colectiva la última palabra, porque estoy seguro que cuando yo cante no habrá duda  en mis romanzas. Antes de ir a los escombros viles he tenido las manos firmes y entre ellas esas recientes manchas  de amargos juramentos politiqueros que  han tratado de confundir al  hacedor de cultural. Nadie podrá agitar su ira en mi ventana. Ni me habrá de culpar porque en sus  ojos comience la nostalgia. Aquí estoy  intacto. Nada puede agitarme, nada pudo agrietarme, nada pudo quitarme mi ternura y mi sueño. Pero a veces sonrío frente algún viejo estanque y una rara tristeza se burla de mi rostro.
           Traigo mis maletas cargadas de sueños y de experiencias por estos años vividos, dispuesto a compartir y dar lo mejor de mí, sin reservas ni egoísmos. Traigo un vagón lleno de ilusiones que estoy seguro que se plasmaran en el lienzo de la vida real. Vivo  acompañado de la melancolía de mi vieja guitarra, donde trascurro las noches recitando algún poema, reinventando historias, abrazando la esperanza de que algún día veré los ojos del maestro, al lado de mis seis hijos, mirando todos los días bajo el lente de la cámara la realidad de mi país, descubriendo gestos, jugando con el recuerdo con el ir y venir del tiempo.
            El tren se marcha, y los actores yacen sobre el escenario, sus trajes un poco ya desgastados. El director ha vomitado todo su talento, buscando en los espejos una razón para justificar a los que nos abandonan; buscando en las noches una repuesta; en esos amaneceres de júbilo, en el más oculto recodo de la vida, pensando un poco en ese público que nos aplaude; en las deudas y el gran compromiso ante un equipo de jóvenes actores que reclaman el derecho a ser formados, a seguir creciendo como seres vivos, como niños, como venezolanos.

COMENTARIOS A ESTA ENTRADA:
Por: Anónimo
4 de septiembre de 2012 17:30
No estoy de acuerdo con muchas cosas dichas en esta sesión



sábado, 1 de septiembre de 2012

LA MISTERIOSA CASITA DE CORONEL


Luis Enrique Torres

     Los primeros días de infancia el Niño los pasó en una casa en la que vivió durante nueve años con sus padres y sus dos hermanas. Era un lugar gigante para un ser de pequeña estatura. Allí transcurrieron los más hermosos años de su vida, hasta los diez años de edad, cuando sus padres, cansados del alquiler, compraron una casa cercana, que perteneció a una maestra jubilada que vivía y venía de Caracas todos los fines de semana. 
     El Niño ignoraba que aquella calle donde crecía, quedaba a la entrada del pueblo, viniendo de Maracay; realmente ignoraba qué era Maracay, donde casi todos los fines de semana su padre solía llevarlos a los museos y parques en su escarabajo amarillo. 
     La comunidad del Niño se había formado antes, poco a poco, a las afueras del centro del pueblo; hoy no se distingue casi donde termina uno para comenzar a identificar el otro. Él, el Niño, al salir de su casa, se movía en pocas direcciones; al frente quedaba la casa de Felipa, tía de su mamá, donde jugaba y correteaba con algunos primos; a la derecha, la de sus vecinos, hijos de isleños españoles, y a la izquierda, la casa de la señora Mercedes, pero allí no entraba, juraba con todos los niños del sector, que ella era una hechicera. 
      Caminando más abajo hacia la izquierda, quedaba un lugar, del que el Niño tenía la certeza que detrás de el estaba el fin de la tierra, donde no había sino un gran precipicio, límite en su idea plana del mundo; y que con el tiempo, al iniciar la primaria, descubrió que era una escuela y para qué servía. Aún existe, con el nombre del poeta venezolano “Juan Antonio Pérez Bonalde”, fundada por una maestra, también vecina del lugar. 
     Ahora el Niño piensa en sus primeros cinco años de edad. Insiste consigo mismo en que fueron los mejores años, donde sin pensar, la biología de su cuerpo experimentaba nuevos espacios mientras las emociones cursaban el camino de la inocencia. Descubrió así que aquel sitio donde terminaba la vida y negado a conocer hasta cumplir los cinco años de edad, daba en dirección contraria a la casa de los Torres, donde vivían los hermanos de su madre, que lo cuidaron mientras ella y su esposo trabajaban.
     Ese Niño, de pronto en la soledad del jardín en pleno mediodía, imaginó que detrás de aquel lugar con nombre de poeta donde terminaba el mundo, también podían transitar jinetes del lejano oeste, propios de los western norteamericanos, o que del cielo, siguiendo una forma de cúpula podía concluir su trayectoria un gran cristal que cubría las nubes, por donde siempre se detenía a observar y a esperar con disimulo, la presencia de algún dios griego de las películas, o de algún ángel como los que le contaba su abuela paterna, Elisa. 
     En un momento de su infancia, el Niño supo de la existencia de Coronel, fallecido ya para entonces; un viejo tío de su mamá que vivió solo en una pequeña habitación apartada en el patio de la casa de su tía Berta, y es que las casas de sus tíos estaban unidas por un patio que compartían entre grandes árboles y por donde todos los menores jugaban, recorriendo cuatro casas de un solo brinco o de un solo grito.
     La casa de Coronel, que durante la infancia del Niño siguió de pie, era en su imaginación, la representación de un “templo en medio del desierto”, ese patio donde las más grandes e inimaginables aventuras de héroes logró construir con sus primos; pero siempre allí seguía la misteriosa casita, cerrada. El recuerdo de Coronel en la mente del Niño es vago, pasa en un segundo, quizás tendría dos o tres años de edad, cuando lo miró de espaldas, encorvado, con su sombrero pelo e guama, entrando y cerrando esa, su casita, casi en blanco y negro él, y ella sepia. Con el tiempo se enteró que Coronel murió en esa habitación, de vejez…quizás.
     Con los años, algunos grandes árboles cayeron, hoy para el Niño inexplicablemente; luego aparecieron cercas, rejas; la familia crecía, se dividía. En un buen pedazo de tierra se erigió un galpón para guardar autobuses, que sus nuevos dueños construyeron sin derrumbar la casita del viejo Coronel; pero allí el Niño ya no podía entrar, ni en las demás casas sino, solamente después de tocar la puerta principal o llamar por una ventana. La gente comenzaba a ausentarse.
     Finalizando la primaria, un primo que estudiaba con él lo invitó a participar en una obra de teatro en su comunidad, que dirigía una señora llamada Katy. La obra no se estrenó, pero quedaron las ganas de seguir ensayando y jugar al teatro. Y al iniciar el bachillerato el Niño se inició en el club liceísta de teatro, donde se ensayó mucho pero no se representó nada ante un público; si embargo, allí supo de la existencia en el centro del pueblo de un grupo llamado Teatro Estable de Villa de Cura, aunque ya lo presentía. 
     Se inscribió en el taller de formación de esa agrupación; recorrió con su mirada el amarre de los telones de papel pintados de negro, un perchero de madera con algunos sombreros, las latas de leche también negras que iluminaban el escenario, un piso rústico con líneas marcadas, nuevos compañeros, profesores, y al director, un gordito con aspecto de señor molesto, serio, instalado en un mesón, pensativo, e ideando tal vez, quién sabe qué, en ese entonces. Era un lugar misterioso, mágico, donde el Niño estuvo poco tiempo, ya que por las presiones familiares tuvo que retirarse. Decía su padre que dejaría los estudios, pero el Niño sabía que todo radicaba en el temor de que se desviaría de la vida que le tenían reservada.
     Finalmente el Niño dejó el taller del grupo para irse a sembrar plantas en el jardín de su casa mientras buscaba mostrar una justificación a lo que sentía y que no era otra cosa que un leve estado de tristeza; pero siguió jugando al teatro en el liceo, luego mientras iniciaba sus estudios universitarios, después haciendo un curso aquí, otro allá, fuera de su pueblo; hasta que, cansado de viajar buscando lo que podía tener cerca, ya más grande, dueño de sus acciones y aburrido de que lo siguieran llamando Niño, decidió volver al Estable.
     Dejó sus estudios universitarios para dedicarse por completo al teatro, se fue llevando su equipaje, mudándose diariamente sin darse cuenta, y al año estrenando dos obras y a los siguientes otras más, participando además como productor en la creación de otra agrupación en convenio con el Teatro Estable; lo que propició la mudanza de ambas instituciones a otro espacio, único para la actividad teatral.
     Después de tanto buscar, la mudanza se hizo a un lugar en la calle “Pérez Bonalde”, trasversal a la escuela con el mismo nombre, en el sector los Coloraditos de Villa de Cura. Se trataba del galpón de autobuses, para entonces desocupado, construido en el mismo patio de los tíos y primos, de los héroes, dioses, ángeles y vaqueros del Niño, y de vez en cuando del escarabajo amarillo de su padre; allí, donde entonces faltaba la sombra de algunos árboles y quedaba aún la casita de Coronel, aquel encorvado anciano en la entrada de sus primeros recuerdos .
     En ese nuevo espacio se levantaron y siguen levantándose grandes sueños y fructíferas realidades; La Señora N, Cerrado por Inventario, Los Fans de Pessima Pornot, Petición de Mano, A Petición del Público; Coromotico, Júpiter y yo; Ir y Venir, Los Peces Iracundos, Postdata, Los Invasores, y otras historias iluminadas con las mismas latas de leche y el olor a caca de gatos en el patio.
     Por ahí pasaron, transitan y hacen sonar todavía sus suelas y tacones, grandes amigos y compañeros: los que se quedaron y los que se fueron, los que no volverán y los que, quizás, regresen. Allí también sigue la presencia de un pasado que el Niño no vivió pero que su maestro Orlando Ascanio, aquel señor gordito y serio, ha compartido con todos sus alumnos, como historia de vida que sustenta muchas de sus puestas en escena.
     El Niño, harto que le llamen Niño, regresa todos los fines de semana a ese mismo lugar, igual como cuando cursó su licenciatura de teatro en la Universidad Nacional Experimental de las Artes, en Caracas, donde actualmente es docente. El Niño, perdón, él…cree que no ha perdido su identidad, a pesar que no define en qué parte reside realmente: en ese, su pueblo donde sigue haciendo teatro, o en aquella ciudad, en la que presta un servicio que es remunerado.  
     El Niño ya no corre por aquel patio llenando sus zapatos de polvo y trepando árboles que ahora no existen; ese Niño, Luis Enrique, que al fin logró entrar en la misteriosa casita de Coronel, y está en ella frente a un computador terminando de escribir esto…está un poco pensativo…quizás por el alquiler de la casa, por lo caliente de la sala de teatro o quizás por algunos silencios no justificados…

Luis Enrique Torres



lunes, 27 de agosto de 2012

“LA NOSTALGIA NO PUEDE ESTAR A LA INTEMPERIE”




(Entrevista hecha por José Rubén Mota a Orlando Ascanio en ocasión de celebrarse el día nacional del teatro).

28 de junio de 1994, DÍA NACIONAL DE TEATRO.

La mejor manera de iniciar una conversación sobre el trabajo teatral de Orlando
Ascanio, debe contar: además de la informalidad; con cigarrillos, mucho café,
algo de música de fondo, luz tenue, etc. Todo en función de lograr esa atmósfera
de intimidad, para poder estar a gusto; una intimidad que nos atraviesa, que nos
penetra, que nos desnuda y que sin duda es condición sin discusión de su trabajo. -
¿qué podrías decir a esta afirmación, Orlando?

Orlando.-
Será por la cuestión de querer encerrar las cosas; que siempre ha sido para mí
una obsesión, encerrarlas en el mejor sentido de la palabra; de conservarlas. Para
enfocar mi trabajo entre el hecho teatral, los actores y el público, no deben existir
separaciones, no solo físicas, aún emocionales. Es como la imagen de un cuarto
lleno de cosas viejas, de personas – reales o fantasmales – de historias. Todo
intacto. Todo en una unidad, en comunión hasta con el polvo; historias de objetos,
sonidos, y frases humanas. La nostalgia es algo lleno de intimidad... no puede estar
a la intemperie y ella también es parte constituyente y esencial de mi teatro.

José Rubén.-
Siempre he estado en contacto con tu trabajo. Se me dislocan muchas cosas por
dentro; con esa misma nostalgia de la que hablas, aún de aquellas que no me
refieren, que no pertenecen a mi historia particular... cuando piensas un montaje...
esa manera de involucrarnos a quienes somos tus espectadores, es algo incluido,
planificado, o meramente intuitivo?

Orlando.-
Es definitivamente intuitivo. Surge sobre todo en el proceso; por ejemplo: en el caso
de mi obra: “Alacranes” año 87. Uno de mis trabajos más acabados, supimos que
podíamos incluir algún baile del folklore en un momento del montaje, era algo que
parecía absurdo; otro sugirió un jazz viejo. De alguna manera hubo un encuadre
perfecto, en tanto, recuerdo infantil, en tanto, fotografía borrosa de cualquier niñez
en este país, además de ser una ruptura, algo refrescante y a la vez doloroso, en el
conjunto del trabajo... quizá esos detalles se convierten en estímulos de la nostalgia
de cualquiera. Esa es una respuesta posible.

José Rubén.-
En tantas conversaciones mantenidas a lo largo de todos estos años de amistad
y de ser uno de los seguidores de tu trabajo; he esta conciente de esa mágica
intuición que lo envuelve... pero hay algo que me preocupa; En éste país sin historia,
y es la pérdida de todo lo que pudiese ser un verdadero aporte, una manera nueva
de enfocar el quehacer teatral para la cual debes racionalizar y formalizar conceptos,
estructurar esa intuición tuya. No sientes esa preocupación?

Orlando.-
Inmensamente.

José Rubén.-
Muy bien. Pero mi pregunta, va más bien, en función de la necesidad de conformar
un cuerpo filosófico de tu trabajo, sin quitarle ni ponerle nada. Por ejemplo: como es
posible extraer el actor; si uno no contase con tu mágica intuición, esa conversación
en un impresionante personaje sobre la escena que nos ubica en el recuerdo, el
dominio casi perfecto del ritmo escénico? Hay una necesidad, una obligación, que
tienes con la posteridad, de establecer las pautas de tu manera de trabajar, de tu
forma creativa....

Orlando.-
Entiendo mejor tu planteamiento. Te puedo afirmar que si. Si me preocupa. He
pensado que a través de la revisión personal de mis montajes; puedo definir:
Métodos, conceptos.... alguien me dijo que podía dominarlo: Teatro del dolor,-
no me desagrada eso. Pienso que esa sensación tiene que ver mucho con lo que
hago... ando en busca de ese orden. Ordenar. Reflexionar sobre lo hecho, para luego
fijar las pautas. Lo que ocurre es que yo me metí en esto, de una manera directa;
de una vez sobre las tablas, aprendiendo el quehacer mismo, sin escuelas que
sustentaran teóricamente... luego me vi inmerso en un aprendizaje más formal...
talleres... experiencias... pero con tantas lagunas; con la misma deficiencia que
ha caracterizado todo el proceso de aprendizaje de las artes en esta país. Muy por
el contrario ahora que existen institutos, centros para la formación que te pueden
sustentar inquietudes y vías hacia la formación artística que deseas. Aunque en
general, somos nosotros mismos, quienes debemos buscar ese lenguaje, saber
discernir lo que va y lo que no va, quién nos va a orientar o desorientar. La intuición
de la que me pediste que hablase también es fundamental aquí. Después de venir
la conjugación con el proceso creativo personal en si, el saber que es lo que se es.
He alcanzado verdades en esta búsqueda. La meta de alcanzar la totalidad humana
en mi teatro es una; convertir la nostalgia, la intimidad en un hecho realmente vivo
es otra. Antes mirándome en los espejos que también son algo obsesivos para mi,
me asaltaban una multitud de imágenes, demasiadas y sin orden. Un caos reflejado.
Viene a mi mente aquello de que hablaban los griegos – lo oí no recuerdo donde –
“Que los espejos en la medida que uno se mira en ellos te atrapaban el alma, te
robaban el espíritu”. Esa imagen me parece fascinante. Hoy siento la necesidad de
mirarme de nuevo y encontrar reflejado todo ese robo que me han hecho los espejos
donde me he mirado o tal vez encontrar un desorden ordenado de imágenes con una
directriz, con parámetros que sirvan de referencias no solo a mi sino a otros.

José Rubén.-
Crees que de alguna manera esa preocupación, esa necesidad de definiciones, de
establecer un método o la filosofía de tu creación, ha empezado a convertirse en
realidad?

Orlando.-
Es posible. Mis observaciones anteriores, me señalan que algo ha comenzado a
cuajar. Hay algo curioso que me viene a la memoria, sobre algo que me dijiste una
vez: que en todos mis montajes yo jugaba el ajedrez y al buen ajedrez. Siempre te
respondía, que en mi puta vida jamás he jugado eso. Es más no lo entiendo. Siempre

que miraba a dos personas en ese afán, me parecía algo aburridísimo. El jaque, el
mate, el enroque, las salidas, los avances y los repliegues y hasta el sacrificio....
puras palabras sin sentido para mi; ahora sin embargo bien mirado el asunto,
después de tantas reflexiones; he comprendido en algo aquella comparación tuya.
Quizás por esa misma necesidad de la que hablamos, sabiendo que lo jaques son
amenazas, peligros que se anuncian. Esos avances y repliegues en un espacio
definido a tiempo y a des-tiempo: se parecen tanto a la vida. Ese mate que es
la muerte del vencido y que no se muestra sin embargo. Todo ese juego con un
orden estructurado; con reglas definidas. He empezado a mirarme a mi mismo en
función del jugador de un lado del tablero y el espectador del otro; participando
activamente, aunque yo sea quién intuye sus jugadas. Las piezas son mis actores;
con la salvada diferencia de que ellos son la mejor expresión de la totalidad humana
que quiero alcanzar en mi teatro y no esas piezas inermes. Esa comprensión de tu
vieja observación y ese mirarme a mi mismo a empezado a concretarse la estructura
necesaria de la que hablamos, aunque sigo siendo un experto jugando el zorro y las
gallinas y por supuesto con los naipes... buscando conocer ese pasado, ese futuro
que constituye algo esencial en mi visión y en mi imaginación a la hora de crear.

José Rubén.-
Eso me recuerda una imagen, que sin cesar he vinculado a Orlando Ascanio:
la del gitano. Que hoy está aquí, mañana en otro pueblo; negándose a la
institucionalización, a pesar de considerarle por encima de muchos otros que hoy
son vacas sagradas del teatro nacional. A pesar de compartir esa erancia, algo
me inquieta, esa práctica de vida, por ejemplo: alguien que conocí hace muchos
años, otro de esos maestros, con los cuales he tenido la suerte de rozarme: Fritz
Benneewitz, director artístico de Weimar R.D.A. decía de su trabajo itinerante por
el mundo, dictando talleres sobre Brecht, que para él, esa era una manera de no
anquilosarse, de no agotarse como creador. Es el espíritu que te mueve?

Orlando.-
Si. Es una forma de nutrirme en la búsqueda, de estar lleno y estar al día con mi
tiempo, con mi historia, con la vida inclusive. Hoy pienso que un sitio fijo también
podría cumplir esa función como la es Villa de Cura, donde llevo un cierto tiempo.
Es el producto de una nueva madurez. La tarea ha sido difícil y es como comenzar
de nuevo. Ahora estoy al frente del Teatro Nacional juvenil de Venezuela núcleo
Aragua y eso me compromete a fijar metas importantes. Iniciar nuevas estrategias
para la investigación y la difusión de la actividad como tal para su mejor desarrollo.
Establecer intercambio de opiniones y experiencias. Comenzar de nuevo; lo
importante es que hay un terreno abonado, un estudio sobre el suelo donde se va
a pisar para concretar una serie de ideas, de sueños que se fueron acumulando
durante años.